Eran tantas las cosas que nos unían, que todo me hace recordarlo, y extrañar a veces se convierte en un dolor agudo en alguna parte del cuerpo, casi inexplicable, las venas se llenan de lágrimas y no hay más que llorar, llorar en silencio, como las personas grandes, hasta que los ojos quedan secos.
Cuando creo que pude desligarlo de esas cosas, de esas malditas e inútiles cosas, alzo la cabeza, y otra vez sucede el milagro, y el alma se llena de tristeza.
jueves, 13 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Te entiendo. Me gusta cómo expresás las cosas.
Publicar un comentario