Hoy llueve, en realidad no miré por la ventana para ver si está lloviendo, porque ya sé que llueve. Si no cayeran gotas, si el cielo estuviera despejado o si hubieran solo un par de nubes perfectamente ubicadas en el plano celeste sobre nuestras cabezas, también llovería.
Los domingos crean una perfecta situación para la lluvia, para lo gris y lo pegajoso, levantarse un domingo y mirar las gotitas en el vidrio de la ventana, o esa luz que entra que te recuerda y te confirma que es un claro, clarísimo domingo, no resulta algo novedoso.
Últimamente pienso que los días están desplazadísimos, que vaya uno a saber en que momento de las rotaciones del planeta o alguna de esas paparruchadas, el calendario, los nombres y la supuesta coherencia en el pasar del tiempo desaparecieron. Una semana puede tener dos domingos y ningún viernes, puedo vivir un mes que correspondería al otoño de hace dos años o vivir las diez de la noche a las tres de la tarde, y es ésto cada vez más real.
Ayer ya fue domingo.
Sería perfecto que venga alguien a convertirme el día en un sábado a la tarde.
domingo, 1 de mayo de 2011
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1 comentario:
Bárbara..! muy buena la nota del domingo. Yo desde que trabajo los domingos, se me pasan un poco más rápido. Pero sabes que? estamos muy, tan mediatizados y super comercializados que no sabemos aprovechar de aquellos días lluviosos, estando en casa sin mucho para "hacer". Hay que pensarlo creo..=)
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