son las 11:22 AM.

y estoy despierta.


Resulta que mis viejos se fueron a pasear, temprano, y yo tengo la casa para mi sola, hasta su vuelta, por lo que, apenas escuché que terminaban de cerrar la puerta, me desperté [09:10 am]. Me lavé la cara, y bajé a desayunar, "ser" con galletitas. Lo insólito, es que hoy cuando miré para el balcón, había un gato, siames, mirandome. Si, un gato, y si, siamés. Por estos lares nunca pasa un gato sin dueño, nunca entró ninguno a mi balcón, y nunca vi un gato siamés perdido, pero lo que más me sorprendió es que mi mamá siempre dice que si tiene un gato tiene que ser siames, y ésto ya es mucha señal. Cuestión que empezé a mirarlo, a golpear contra el vidrio para que se acerque y le acerqué una taza con leche y otra con agua, cuando tocó timbre el sodero, no le abrí, pero tampoco pude salir en busca del felino, que se fue escapando de mi vista hasta que no lo vi más. El sodero tocó timbre unas cuatro veces más, y terminó rindiendose, ahí es cuando agarré las llaves y fui a buscar al gato, [si, fui a buscar al gato, no sé por qué] que no encontré por la vuelta manzana que di, pero si cuando volví, sentado entre las masetas del balcón del vecino. Así que, más lejos, pero en un enfrentamiento de balcones, traté de llamar su atención con un ovillo de lana rojo, tres pedazitos de queso y algunos llamaditos. Una vez cansada de que me piquen los mosquitos y el estúpido del gato me mire con los ojos enormes pero no se acerque, entré al comedor y me puse a escribir en mi blog lo útil que resulta despertarse temprano.

[hoy, cuando vuelvan, molesto a mis viejos para que compren un gato siamés que no se me vaya].